BOLIVIA
TIQUINA:
Recorrido por el altiplano boliviano
CARLOS NOVOA SHUÑA
TIQUINA.- Fuera del casco urbano de La Paz existe otra Bolivia. Aquí amaina la pobreza, pero se congela la estructura social. Aquí algunos campesinos aymaras y quechuas tienen comida, pero trabajan con técnicas rudimentarias de arado de hace dos siglos. Aquí no se conoce la modernidad.
Tiquina está a 197 kilómetros de La Paz y se llega por un camino que sale de El Alto, atraviesa parte del altiplano y luego serpentea el lago Titicaca. De aquí la gente va en lancha hasta Copacabana e inclusive carros y ómnibus también son transportados en enormes embarcaciones.
La plaza de Tiquina está semivacía. Decenas de turistas pasan raudos hacia un pequeño embarcadero para ir a Copacabana. En un periódico mural en las afueras de la municipalidad hay un papel blanco en el que se lee: "Instrucciones para votar en el referéndum".
Le pregunto a cuatro lugareñas –ataviadas con sus pintorescos sombreros y coloridas polleras- que venden maíz sancochado si ya saben como votar. Se miran entre ellas, sonríen y balbucean algo en aymara. Una de ellas me responde: "No nos interesa señor, no vamos a votar porque ese es un engaño". No quieren hablar más porque se van hacia los turistas anglosajones que se dirigen al embarcadero para cruzar hacia Copacabana.
Una señora de unos 50 años me vende unos caramelos. Le pregunto por el referéndum, se ríe y me dice que aquí la gente no votará porque "ese es el mismo robo de siempre". Le pido su nombre y me dice que no tiene, pero me pregunta si quiere que yo sea su padrino y así la bautizo con un nombre.
Walter Machicado es un lugareño, pero maneja otro discurso por el constante roce que tiene con los turistas. Trabaja como guía y dice que irá a votar de todas maneras, pero no está seguro si marcará el Sí en las cinco preguntas.
A lo largo del altiplano se ven decenas de casitas separadas, algunas de calaminas, otras de barro y unas cuantas de ladrillos.
Los bolivianos dicen que aquí comienza el lago Titicaca, los peruanos más bien diríamos que aquí termina.
El paisaje es de ensueño a más de 4 mil metros de altura. El lago se funde en un solo escenario con las totoras y el ichu y las nubes que parecen al alcance de la mano en medio de ese pronunciado cielo azul.
Los lugareños ya no acostumbran construir las balsas de totora, ahora esta sirve solo de alimento al ganado.
Una sucesión de pueblitos a orillas del Titicaca
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